
En Chile se desarrolla una pelea desigual entre, el vigente modelo económico
neoliberal y el pueblo, que se ha quedado huérfano de respaldo político porque aún aquellos que dicen
representarlo han sido inoculados por el virus del capitalismo salvaje. Chile no es para la mayoría de los políticos una país compuesto por ciudadanos, todos los chilenos han sido catalogados como
consumidores y por lo tanto están regidos por las reglas del mercado. La educación, la salud, la medicina, las
jubilaciones y todo aquello que uno se pueda imaginar fue depositado por la dictadura de
Pinochet y todos sus continuadores, sean estos de izquierda o derecha, en manos del 10% de la población que es la dueña de todo y principal socia de las
multinacionales de la minería, que han logrado construir para ellos otro país, dentro del sinuoso, complejo y tembloroso país que todos conocemos como Chile. La actual Constitución de la República no está en condiciones de solucionar ninguna de las demandas de la población, el desafío es cambiarla. En Chile, el personal doméstico es obligado a usar uniforme y la palabra DICTADURA ha sido borrada de los textos escolares, reemplazándola por GOBIERNO MILITAR. Los estudiantes intentan derribar el andamiaje social y económico construido por la derecha, antes de ingresar al feroz mundo laboral. El señor de la fotografía, es un vendedor ambulante, que trabaja en el centro de la ciudad de Santiago. Aquella mañana se dirigía a instalar su negocio, es parte de los millones a los que les tocó perder, el y sus
descendientes necesitan otro país, uno que verdaderamente los tenga en cuenta.
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