prisionera de su medio, donde las mejores voluntades por lo
general no hacen sino relegarla a una soledad estéril de
objeto para los profesionales y los aficionados. Después, si
llega a escaparse fuera de esta primera prisión (lo que está
en buen camino de hacer), es para percibir que se encuentra
en una segunda prisión, mucho más amplia por cierto, pero
también mucho mejor atrancada, y que es el arte moderno.
(Jean-Claude Lemagny)
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