Una tarde de un ya lejano otoño, encontré a Nicanor Parra caminado por el centro de la ciudad de Buenos Aires, solo y comiendo naranjas. Lo salude y gentilmente me invitó a acompañarlo algunas cuadras, hablamos sobre las bondades de los cítricos , de fotografía y de su casa en Isla Negra. Antes de despedirnos le tome algunas fotos, nunca más lo vi. Lo recuerdo como una cálida y hermosa persona.
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